La pintura y el dibujo son dos grandes aliados de las técnicas de trabajo terapéutico, ya que generan una sensación de tranquilidad y concentración que muchas veces resulta de gran ayuda para el desarrollo del trabajo emocional y expresivo.
En arteterapia, es común utilizar las diversas posibilidades que nos brinda el uso de lápices y colores para desarrollar una trabajo y vínculo con las emociones.
En esto, la técnica de pintar mandalas se ha transformado en una actividad con múltiples beneficios para el trabajo terapéutico y que otorga una amplia gama de estrategias para abordar una terapia.
Te invitamos a que conozcas más sobre esta excelente actividad.
¿Qué son los mandalas?
Los mandalas tienen origen en La India, y su palabra viene del sanscrito que significa rueda o círculo.
Son estructuras que se organizan a partir de un punto concéntrico que ramifica tanto geometrías o patrones repetitivos de formas, florales o incluso actualmente figuras más concretas.
Lo cierto es que si bien, los mandalas parten principalmente de figuras geométricas, también los hay con formas de animales, plantas u otros elementos que suelen interactuar mejor con edades más pequeñas.
Por esta razón, no hay una edad determinada para poder acceder a estas formas, ya que podemos encontrar múltiples posibilidades. Lo ideal es que podamos trabajar con ellos e ir pintándolos y con ello generar un trabajo terapéutico.
Formas para trabajar con mandalas
No existe una forma concreta y correcta de pintar un mandala, esto puede depender de cómo nos enfrentemos a la estructura o patrón que vemos en la figura.
Lo que sí podemos hacer es generar ciertos modos de enfrentarse a la pintura de esto y con ello poder aprovechar de realizar un trabajo emocional.
Por esto, te mostramos 4 formas en las que puedes abordar la pintura de mandalas para trabajarlas en arteterapia.
Desde adentro hacia afuera
Pintar desde dentro hacia afuera, es decir, desde el centro del mandala hasta el exterior, es una forma de trabajar las emociones más retraídas y expandirlas.
También es una buena forma de ampliar la creatividad, salir del centro de un problema y expandir ideas.
Podemos abordar la idea de expansión y apertura a problemas que estaban recluidos en un centro, como si los colores fueran dando luz a esa emoción.
Desde afuera hacia adentro
Cuando pintamos mandalas desde afuera hacia el centro, podemos generar un procesos de introspección o ir conectando con emociones más profundas, ya que vamos hacia el centro de las cosas.
Es una buena forma de ir viendo detalles de una situación o ayudar a la concentración.
Enfoque en formas y patrones
Cuando descubres las formas que tienen los mandalas y comienzas a identificarlos, se puede abordar la concentración y también el enfoque.
En arteterapia esto puede ser de gran ayuda tanto para niños o adultos que necesiten reconocer formas o ir dando apertura a la visión para identificarlos y con ello ir trabajando emociones puntuales, por ejemplo dando un color determinado por dibujo o sensación.
Libre exploración
Esta forma de pintar mandalas abre lúdicamente al juego y la expresividad, ya que trabajamos a nivel de intuición o de sensaciones que podemos explorar luego de pintar.
Que nos llamó la atención, o qué camino decidimos seguir para colorear las formas que tenemos frente a nosotros.

Ya sabes que pintar mandalas puede ser una gran forma de trabajar diversas emociones.
Los mandalas en arteterapia son un recurso que trae importantes beneficios a la hora de generar una motivación en quienes los pintan y que se puede abordar según las características individuales de cada una de las personas con las que se lleva a cabo este acompañamiento terapéutico.